La familia de Josefina tiene un local de pollos asados al que los vecinos del sector acuden con entusiasmo, hasta que un día llega al barrio un niño de su edad, Diego Rivero, cuyos padres instalan un restaurante de comida peruana que se transforma en un calvario personal para el padre de la protagonista. La historia es narrada desde la perspectiva de la niña, sin embargo, la voz infantil no convence y evidencia ciertos prejuicios respecto de otras culturas. Las ilustraciones repiten información textual, por lo que no aportan a la interpretación. Si bien el libro pretende abordar la migración desde una perspectiva culinaria, centrándose en la rivalidad gastronómica entre ambas familias, se queda solo en la anécdota, resaltando, además, estereotipos cuestionables sobre los migrantes y las mujeres.